lunes, 30 de marzo de 2020



-       
PROBLEMÁTICAS DE CONSERVACIÓN EN LAS COLECCIONES DE VOLÚMENES FACTICIOS

Los tomos de varios o volúmenes facticios son aquellos formados por dos o más obras, encuadernadas juntas por deseo o necesidad del propietario. Esta práctica de unir en un volumen ediciones que presentan en algunos casos diferencias en sus características físicas, provoca problemas de conservación dentro de las colecciones de fondo antiguo por lo que, en muchas instituciones, se les presta una especial atención.

El fondo antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla custodia más de 2000 volúmenes facticios, algunos dispersos, pero la mayoría concentrados en segmentos del depósito. Es muy difícil clasificar los facticios por el tipo de obras que se contienen en cada volumen, si bien predominan géneros tales como relaciones de sucesos, sermones, alegaciones jurídicas (los llamados porcones), textos legales, piezas dramáticas, memorias y discursos. No se agota en estos géneros el tipo de material presente en los facticios. En todo caso, parece que en la mayoría de los casos lo que se busca en la construcción de un facticio es facilitar la custodia de obras que por su corta extensión (a menudo son hojas volantes, o pliegos sueltos) serían de conservación problemática en caso de haber permanecido aisladas.

Aparte del interés que revisten los volúmenes facticios por los géneros y las disciplinas de las obras que agrupan, nos interesa tratar aquí de las necesidades particulares que plantean en materia de conservación, la problemática a la que hay que dar respuesta. En el caso de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, a partir de 2018, con el inicio de la actividad del propio Taller de Restauración, se estableció que una de las principales líneas de actuación sería la conservación y restauración de esta colección.

Las complicaciones que pueden presentar se deben a las características formales propias de esta tipología de libros:
  • En muchas ocasiones agrupan colecciones de obras efímeras. Es el caso de los pliegos de cordel. Esta forma de literatura popular asequible se imprimía sobre papel y con tintas de baja calidad, por lo que han llegado a nuestros días muy degradados. 



  • Cuando existen diferencias en las dimensiones de las obras es muy posible que resulten dañados los bordes de aquellas de mayor tamaño.
  • Si la encuadernación se ha llevado a cabo en la institución puede suceder que cada obra presente patologías diferentes por haber estado expuestas, en otros momentos históricos, a diferentes factores externos. O incluso que convivan obras en perfecto estado con otras con graves carencias.


  • El sistema de cosido a diente de perro, que provoca problemas de legibilidad y desgarros por manipulación incorrecta, es mayoritario.

  • Para contrarrestar la debilidad del sistema de cosido es común la presencia de fuertes acumulaciones de cola orgánica en el lomo como refuerzo del mismo. Este adhesivo puede dañar gravemente las líneas de plegado.


  • En un alto porcentaje de casos se eligen encuadernaciones de pergamino flexible, aunque unidas sólo por cabezadas y guardas o incluso sólo guardas. Esto hace que sea común encontrar tomos con las encuadernaciones separadas del bloque textual con el consiguiente peligro a la integridad de las obras.

Teniendo en cuenta todo lo descrito, desde el departamento de conservación y restauración se ha llevado a cabo el siguiente procedimiento:
  • Revisión de todos los tomos de varios.
  • Elaboración de una lista de los volúmenes que necesitaban tratamiento, haciendo dentro de la misma se han hecho subgrupos en base a la gravedad y el tipo de intervención requerida.
  • En estos dos años se han llevado a cabo un total de 32 tratamientos de restauración totales o parciales, además de otras actuaciones de conservación preventiva como confección de estuches o fundas de conservación a medida.
Dichas acciones han mejorado la situación general de la colección, permitiendo un acceso seguro por parte del alto número de investigadores que suelen solicitar este tipo de obras.





jueves, 19 de marzo de 2020

Un pasaporte para viajar de Utrera a Sevilla

Un documentos del Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla, recientemente digitalizado, ilustra de forma muy elocuente la situación social y política que se dio en Andalucía tras la muerte de Fernando VII, bajo la regencia de María Cristina. Supone este documento, dada su validez por el interior del país, un pasaporte, un salvoconducto expedido a nombre de Joaquín de Prados, ministro honorario de la Real Audiencia de Sevilla, para que pudiera hacer ir de la villa de Utrera hasta Sevilla. El pasaporte está firmado por José de Zayas, subdelegado de la Policía de Utrera, y fechado el 29 de diciembre de 1833.  En su reverso, entendemos que al día siguiente ya se encontraba en su destino, donde permaneció hasta el 29 de enero, cuando regresa a Utrera.

En primer lugar, llama la atención que sea la policía, cuyo funcionamiento había empezado a reglarse, al menos, desde las Cortes de Cádiz[1], la encargada de autorizar en estos momentos los traslados de personas y de facilitar la llegada del personal administrativo a sus destinos: probablemente las antiguas instituciones comenzaban a hacer aguas frente a las necesidades creada por la nueva situación política. Son funciones que acaba de asumir la institución policial, fruto de los cambios que se están produciendo en España como consecuencia de la implantación de la nueva división provincial, según el proyecto presentado por Javier de Burgos y aprobado a finales de noviembre de 1833. Sin embargo, fueron frecuentes los problemas surgidos por esta adaptación, dado que el sistema policial no tenía aún capacidad de llevar a cabo sin fisuras todas las acciones que se le empezaron a asignar[2]. Así pues, estos pasaportes nacieron con el objeto de controlar los movimientos de funcionarios dentro del territorio nacional, de manera que pudieran pasar por terrenos de distinta propiedad (de la Corona, nobiliarios, eclesiásticos, etc) sin ningún problema ni impedimento, para llegar así más rápido a sus destinos. Este hecho nos lleva a preguntarnos qué motivos llevaron a Joaquín de Prados a trasladarse de Utrera a Sevilla con tanta presteza.
Cuestiones legales, propias del cargo que ostentaba nuestro protagonista, parecen ser la respuesta más obvia, pero contamos con otros detalles en el pasaporte que dejan entrever otras funciones complementarias. Nos referimos a la nota manuscrita que leemos junto a la firma de Zayas: “Esta villa goza de completa salud por la Divina Misericordia”. Estas palabras están sin duda en relación con el brote de cólera que surgió en Andalucía entre 1832 y 1835, por el que se pusieron en cuarentena varias ciudades y se realizaron controles de salubridad para intentar controlar la primera pandemia colérica conocida que azotó la península[3]. Por este motivo, la Junta de Sanidad impuso escribir en los pasaportes al extranjero la advertencia “se padecen enfermedades sospechosas del cólera morbo”, pero no así en los salvoconductos nacionales, como es nuestro caso[4]. Que así se incluya parece deberse más a una intención de la policía de tener controlada la expansión de la enfermedad, de manera que los planes de protección que se proyectaban desde Sevilla tuvieran bien presente la situación sanitaria de las ciudades de su jurisprudencia.
Este documento se encuentra en los anaqueles del Archivo Histórico de la US, compartiendo carpeta con otros interesantes documentos con los que no guarda relación, bajo la signatura AHUS Seminario 333-7. 

Autores de la entrada: Carlos Maura Alarcón y Purificación Mallén Osuna



[1] MORALES VILLANUEVA, Antonio: “Evolución de la administración policial”, Revista de administración pública, 118, 1989, pp. 347-410.
[2] Ibidem, pp. 379-381.
[3] RODRÍGUEZ OCAÑA, Esteban: “La dependencia social de un comportamiento científico: los médicos españoles y el cólera de 1833-1835”, Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam, vol. 1, 1981, pp. 101-130.
[4] Ibidem, p. 112.