martes, 26 de mayo de 2015


René Antoine Ferchault de Réaumur (1683-1757). Memoires pour servir a l'histoire des insectes. París, 1734.
Biblioteca de la Universidad de Sevilla A 298/176-180 



Natura maxime miranda in minimis (la naturaleza es especialmente admirable en las cosas mínimas). Esta máxima latina es el lema de la obra entomológica de Réaumur y le sirvió para enaltecer y defender el estudio de los insectos, hasta entonces olvidado, y que incluso durante la publicación de esta obra fue despreciado y ridiculizado por otros naturalistas, como su rival Georges Leclerc de Buffon, autor de la monumental Histoire naturelle, quien comentó: aux petits esprits les petits objets.

La defensa del valor de su objeto de estudio le llevó a recordar las diversas producciones de los insectos con importancia para los humanos, como la miel, la cera y el tinte de las cochinillas, así como su papel en la maduración de las frutas. Por otra parte, mencionó también la necesidad de conocer a los insectos para combatir las plagas que podían hacer peligrar las cosechas y la propia salud de las poblaciones humanas.


Aunque Réaumur destacó en otros campos de las ciencias naturales, las Mémoires serán la obra de su vida, ya que dedicó más de diez años a la investigación, recopilación y edición de los 6 volúmenes aparecidos entre 1734 y 1742, dejándola inacabada (como le sucedería también a Buffon con la suya). En los tomos publicados en vida, Réaumur trató de diversas clases de insectos, sobre todo voladores, entre las mariposas y las moscas, y sus favoritas, las abejas. Su trabajo fue tan intenso que, con el material que dejó a su muerte, se publicó un séptimo volumen en dos partes, pero en 1928 y 1955, sobre las hormigas y los escarabajos. El título de la obra, que no es una historia natural de los insectos, se explica por el autor como la constatación de la falta de información que padecía la ciencia sobre estos seres, ya que opinaba, justamente, que no se conocía la gran mayoría de las especies de insectos, y que faltaban muchas observaciones antes de poder acometer una verdadera historia natural en este campo.  En este contexto, da una versión avanzada para su época de la biodiversidad: de las 12-13.000 especies de plantas conocidas en su época, señala que cada una mantenía centenares de especies diferentes de insectos que, a su vez, eran presas de depredadores especializados. De esta forma, aparece como un precursor de la etología. Además, Réaumur consideraba que lo que se había publicado hasta entonces en gran parte era poco fiable, por falta de método y de crítica, y demasiado amor por la maravilla.

En efecto, aunque Réaumur fue siempre un católico devoto, no transigió nunca en su trabajo científico con la milagrería y la falta de crítica, y siempre enalteció la necesidad de una larga práctica de la observación con ojos filosóficos e ilustrados. Por ello, se enfrentó a los jesuitas editores del famoso e influyente Journal de Trévoux porque defendían la generación espontánea de los insectos a partir de la materia en descomposición. Después de las observaciones de Marcello Malpighi (1628-1694) y Jan Swammerdam (1637-1680) sobre la reproducción de los insectos, confirmadas por él mismo, y comprobadas con experimentos ¿cómo podían seguir sosteniendo esta idea infantil? Esto le llevó a sostener de forma clara y rotunda un principio científico hasta entonces poco difundido: la invariabilidad de las especies de insectos y el nacimiento de cada individuo originado en otro de la misma especie, y no por azar y casualidad.





René Antoine Fercheault de Réaumur nació en una familia de la nobleza de toga en el puerto de La Rochela, en cuyos alrededores su familia poseía tierras y señoríos. Tras estudiar derecho y matemáticas, encaminó su carrera hacia la Real Academia de Ciencias de París, donde entró en 1708 en calidad de geómetra, y que le elegiría director muchas veces, desde 1711. Muy pronto se dedicó a estudios prácticos muy influyentes sobre la metalurgia, siendo considerado el fundador de la siderurgia científica y la metalografía (en los años 1720), perfeccionando el método para obtener el acero y recibiendo el apoyo político y financiero del Regente Felipe de Orleans. La Academia le había encargado en 1709 la dirección de una gran obra destinada a describir la industria francesa: la Description des Arts et Métiers (una de las fuentes principales, en materia técnica e industrial, de la Encyclopédie), algunos de cuyos capítulos redactó él mismo, pero que no se publicó más que parcialmente durante su vida. Sus observaciones y experimentos con la metalurgia le llevaron a considerar las dificultades de la medición de las magnitudes físicas, en especial la temperatura, por lo que creó un termómetro que utilizaba el alcohol para medirla, con una escala de 80 grados que lleva su nombre: la escala Réaumur (1730).

Es a partir de entonces cuando se dedica más a la historia natural, reuniendo una colección de muestras que fue una de las mayores de Europa, y llegando, tras largas observaciones, a conclusiones importantes como la naturaleza animal de los corales, durante sus muchos años de estudio de los invertebrados acuáticos. Aparte de las Mémoires, que es la mayor, entre sus obras en este ámbito destacan sus trabajos de ornitología y avicultura, en que, utilizando sus conocimientos sobre la temperatura, propone con gran éxito técnicas para la incubación artificial de huevos (1749-1751), conocimiento que difunde con un resumen destinado a su divulgación entre los granjeros. En sus últimos años, aparte de sus estudios ornitológicos, Réaumur realiza una crítica sistemática de la obra de Buffon en el campo propiamente científico, pero también en el filosófico, a través de cartas editadas con otro nombre (1751-1756), en las que ataca la concepción deísta de la naturaleza que defendía su compañero de la Academia. La polémica termina al producirse la repentina muerte de Réaumur, de una caída del caballo, en 1757. Su vasta colección de historia natural, que había legado a la Academia, cayó, sin embargo, en manos de Buffon, que la obtuvo para el Cabinet du Roi, que él dirigía.

Tomado del comentario de Fernando J. Campese a la obra Mémoires pour l'histoire des insectes, para la exposición Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a a través de su biblioteca. Sevilla, 2015.



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