lunes, 11 de junio de 2018

Discurso politico, sobre el crisis en que se halla la Europa de oy, y el comun peligro, que les amenaza à los Reyes, Potentados, y Republicas de ella, si no se vnen con vna estrecha aliança...



Esta es la historia de un documento sin fecha y de como unas cuantas horas de entretenida investigación consiguieron situarlo en el tiempo...

¿Por dónde empezamos? Empecemos por lo principal: buscar una referencia temporal. En la página 18 aparece el año 1640 en referencia a la tomas de Malaca por los holandeses. Pero, ¿es esa la fecha de publicación? Quizás un nombre nos ayude a situarnos. ¿Tenemos alguno? Sí, en la página 9: Luis el Grande. ¿Le conocemos? Y quien no. El rey absoluto por excelencia: Luis XIV, rey de Francia desde 1642 a 1715. ¿En qué contexto aparece? Como posible miembro de la liga. ¿Es, pues, 1640 la fecha del documento? Luis XIV no era rey en ese momento y aquí es tratado de rey cristianísimo. Definitivamente, el año 1640 queda descartado. ¿A qué más podemos acudir? Quizás el título de elector de Hannover nos de algunas pistas. ¡Exacto! ¿Cual fue el primero en optar al título de rey e Inglaterra? Jorge I, elector entre 1698-1727. ¿Coincide con el rey francés? ¡Ya estamos un paso más cerca de fechar nuestro libro! El margen queda reducido a 17 años, entre 1698 y 1715. La cosa se pone cada vez más interesante...

¿Qué sucedió cuando este Jorge I quiso ascender al trono? ¿Quién era ese príncipe legítimo al que la liga pretendía defender? Quizás la pista esté en al religión: ¿no era el principal objetivo?. ¡Eureka! Las piezas empiezan a encajar. La historia empieza a tomar sentido... Hubo una vez un rey católico, Jacobo II, que se vio obligado a huir a Francia con su esposa, María de Módena, y su hijo, Jacobo Francisco Eduardo. Guillermo III de Orange y su esposa María, hija del rey, usurparon el trono para contento de los protestantes. Mientras, el hijo de Jacobo y María era reconocido por Francia, España y los Estados Pontificios como legitimo rey: Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia. Las intrigas no habían hecho más que empezar, pero la solución a nuestras dudas está cada vez más cerca.
Jacobo III, desde su residencia al otro lado del canal, no se daba por vencido. No solo quería recuperar, sino la fe de todo un continente que estaba sucumbiendo a la herejía. Y lo haría por las armas si era necesario. Es entonces cuando podemos remitirnos al texto, para comprobar la coincidencia de sus objetivos con la de los propuestos en él:

"se debe estimular a los muy altos príncipes, Rey Cristianísimo de Francia, Rey Católico de España y Emperador de Alemania, a precaver los futuros males, que pueden acaecer a la Europa, si el cetro de Inglaterra lo posee el Duque Elector de Hannover, y la silla de los césares otro príncipe de aquella estirpe, y religión. Y parece que el remedio único que hay, según el crisis, en que se hallan las cosas de la Europa el día de hoy, es el formar una Liga Sagrada que proteja tan justificados fines, como son la religión católica, la justicia de un príncipe perseguido, y injustamente despojado de su Reino".1

"Su principal objetivo, es echar de los altares a Belial, y colocar en ellos el Arca del Testamento de la Religión verdadera, hacer que la fe Católica renazca en Inglaterra, y se conserve en Alemania, y el nombre orgulloso de los católico resuene formidable en toda Europa, teniendo los reyes presente la obligación en que Dios los puso cuando les dio las coronas, los ció también con las espadas, para defender las injurias hechas en su santo nombre"2.

El propósito es el mismo. La alianza, por tanto, está servida. ¿Intentamos reconstruir el mapa? El usurpador: Ernesto Augusto de Hanóver, conocido como Jorge I. El pretendiente: Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, o Jacobo III. Los aliados: Felipe V, rey de España; Luis XIV, rey de Francia; y Carlos IV, emperador de Alemania; junto con los príncipes y repúblicas de Italia (Saboya, Florencia y Génova), el duque de Lorena, y los electores católicos de Baviera, Colonia, Moguncia, Tréveris y elector Palatino. La historia: aun está por despejar.

Dentro del margen de tiempo que hemos establecido tuvo lugar la revolución jacobita de 1715, donde los partidarios del rey legítimo se levantaron en su favor. ¿Podríamos encajar esta Liga Sagrada a la par de esta revolución católica? Quizás. En todo caso, nunca después. A Luis XVI le quedaban pocos días de vida allá por septiembre de ese año. Los hilos debieron moverse con anterioridad. Algunos años. Aun nos quedan 16 en reserva. No son muchos, casi lo podríamos fechar. Pero no nos arriesguemos demasiado. Dejémoslo estar.

Seguimos sin fecha exacta, pero hemos rechazado una, cuestionado otra y acotado el tiempo al máximo. Hemos descubierto a los protagonistas, sus intenciones y desvelos. Y, por su puesto, hemos pasado un rato divertido aprendiendo Historia. Ahora solo nos queda saber el final de la nuestra, ¿Consiguió formarse la liga? ¿Consiguió Jacobo III subir al trono? Ni una ni otra empresa fueron exitosas. ¿Lo ha sido al nuestra? Seguro que sí, porque el saber no ocupa lugar, y en el Fondo Antiguo de la Universidad tenemos saber para rato, y para pasar el rato investigando y aprendiendo cada vez más. ¿Te animas a formar parte de la alianza?


1. p. 1.
2. p. 9.

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