EL OFICIO DE MATRONAS EN ESPAÑA
La entrada de la mujer en la historia de la Universidad fue bastante tardía, y sólo bien entrado el siglo XX se equiparan, en número, los expedientes de alumnas con los de los alumnos. El proceso precursor
de la profesionalización de la mujer se había iniciado, sin embargo, ya en 1857, con la llamada Ley Moyano (1857), que regulaba los estudios de practicante y matrona en las facultades de
medicina. Gracias a esta ley, las mujeres
podían acceder al título de matrona (convirtiéndose en las primeras mujeres
universitarias españolas) en las
facultades de medicina en las 10 universidades donde existían facultades de
medicina: Madrid, Barcelona, Granada, Santiago, Sevilla, Cádiz, Zaragoza,
Salamanca, Valencia y Valladolid.
La Real
Orden de 21 de noviembre de 1861 (Gaceta de Madrid n.º 332), que aprueba el Reglamento para la Enseñanza de Practicantes y Matronas, establece como requisitos previos para el
acceso a la instrucción, entre otros, ser casada o viuda y tener la autorización del padre o el marido y una certificación del cura o el párroco
que justificara que el o la aspirante era de buena vida y costumbres.
Los
continuos escritos médicos manifestando el descontento y el demérito hacia las
matronas dieron lugar a un real decreto, con fecha 7 de noviembre de 1866, que
suprimía esta titulación y también la de practicante, si bien la revolución
de 1868 restauró de nuevo ambas titulaciones: es en el sexenio revolucionario de 1868 a 1874 cuando se empiezan a romper los esquemas
tradicionales de la concepción femenina; en las últimas décadas del siglo XIX siguió abriéndose paso la idea de instruir a las mujeres
para su acceso a un trabajo más cualificado que el que venían realizando hasta
ahora, pero hasta los años ochenta de aquel siglo, excepto las más afortunadas, que tenían acceso a los estudios de matrona, las mujeres siguieron teniendo vedadas otras profesiones en el campo de la salud.
En el Archivo Histórico
de la Universidad de Sevilla se custodian numerosos expedientes de estudiantes
de matronas, siempre unidos a los de practicantes. El conjunto de documentos, encuadernados en un legajo con la signatura AHUS
Libro 645, muestra las diferencias
que había para la entrada en la Universidad para las mencionadas ramas
profesionales (practicantes y matronas). En el
primer folio del Libro 645, con fecha de 1881, se enumeran los requisitos para el acceso a las carreras de Practicantes y
Matronas. Para los practicantes se exige “haber sido aprobado, ante una Escuela
Normal de Maestros, de las materias que comprende la primera enseñanza
elemental completa”, mientras que las matronas, presentarán certificado de buena conducta moral, justificando que son casadas o
viudas: las casadas necesitarán autorización de sus maridos para seguir los
estudios.
Los primeros documentos del AHUS que acreditan la obtención de
títulos de matronas datan del
12 de marzo de 1881, si bien hay que aclarar que la primera mujer que consiguió el
título de matrona en Sevilla fue Encarnación García, obteniéndolo el 6 de marzo de 1866. Su expediente se conserva en el
Archivo de la Facultad de Medicina de Sevilla.
Fuentes:
Bernal Borrego, E. La implantación de la enseñanza de
matronas en la Universidad de Sevilla (1861). 2016. https://revistaseug.ugr.es/index.php/arenal/article/view/3933/5121.
Flecha García, C. Mujeres y Educación. Saberes, Prácticas y
Discursos en la Historia. 2005 file:///C:/Users/BGU/Downloads/Acceso-a-la-educaci%C3%B3n-universitaria-de-las-primeras-practicantas-1900-1931-El.pdf
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