Repertorium quaestionum super Nicolaum de Tudeschis in libros Decretalium. Hispali: Antonius Martínez, Alfonsus de Portu et Bartholomaeus Segura, 1477.
Biblioteca de la Universidad de Sevilla: A 336/101
En 1992 Harry Wohlmuth adelantaba la fecha de inicio del primer taller de imprenta en Sevilla a 1472 o principios de 1473. En esa fecha habría salido del taller de Antonio Martínez, Bartolomé Segura y Alfonso del Puerto la Bula de indulgencias a favor de la cristianización de Guinea y las Islas Canarias, que perteneció al bibliófilo James P.R. Lyell, y que se halla actualmente en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Hay noticias de otras bulas fechadas en 1473, pero nunca se han hallada.
Hasta ese momento la fecha más temprana que podía darse con absoluta certeza para la aparición de la imprenta en Sevilla era la de 1477. En tal año aparecieron en Sevilla el Repertorium de Díaz de Montalvo y el Sacramental de Clemente Sánchez de Vercial, fechado el 1 de Agosto, obras ambas salidas del taller de los tres impresores. Aunque algunos bibliógrafos (Méndez, Escudero, Vindel...), hablan de otras ediciones anteriores muy complejas del Sacramental, también en Sevilla, han sido muy discutidas y hoy se descartan por completo.
El Repertorium del famoso jurisconsulto Alfonso Díaz de Montalvo, Consejero y Oidor de los Reyes Católicos, por cuyo encargo llevó a cabo la obra, es una recopilación de las leyes y ordenanzas del Reino de Castilla. En él -y así lo manifiesta Montalvo en el prólogo- recogió y sintetizó una copiosa doctrina jurídica expuesta por orden alfabético y tomada de diversos autores, especialmente de Nicolao Tudeschi, conocido también como el "Panormitano". La obra dedicada a don Pedro González de Mendoza, Obispo de Sigüenza, lleva el siguiente colofón, tantas veces analizado:
"Si petis artífices primos quos ispalis olim vidit et ingenio proprio monstrante peritos. Tres fuerunt homines martini Antoniusatque de portu Alphonsus segura et Bartolomeus. MCCCLXVII "
En todo caso los tres impresores son los más antiguos que aparecen en la capital andaluza y, algo muy anómalo, son españoles, según se desprende de sus apellidos. No proceden de Alemania o de otros puntos de Europa, como es el caso de los que emplearon la nueva técnica en otras ciudades españolas durante los primeros tiempos de su implantación en el país. Dónde, cuándo y con quién aprendieron el oficio, son interrogantes de difícil solución.
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