Grabados de Wendel Dietterlin en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla
En materia artística, los grabados tuvieron una importancia capital durante la Edad Moderna. En ellos, no solo circulaban ideas y teorías propias de otros estilos extranjeros, sino que también se utilizaron como fuente visual, como base en la que se apoyaban los artistas para crear obras de pintura, arquitectura, escultura, platería, etc. De hecho, desde el siglo XVI tuvieron una enorme consideración por parte de estos, ya que su utilización, como ha defendido Vicente Lleó, suponía un rasgo de modernidad, un afán por estar al día de lo que acontecía fuera de las fronteras del Reino[1].
En los siglos siguientes, su importancia no disminuyó, y los grabados siguieron siendo un vehículo por el que los artistas accedían a las nuevas modas y los nuevos estilos surgidos en Europa, y podían trasladarlos a sus creaciones. Jusepe Martínez nos da buena cuenta de su valoración por parte, por ejemplo, de Alonso Cano, de quien nos dice que tenía “alto interés en ver estampas y dibujos, de tal manera que si acaso sabía que alguno tenía alguna cosa nueva, lo iba a buscar para satisfacerse con la vista”[2].
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En el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, se conserva, incompleto, un volumen apaisado con signatura
A 101/200, conteniendo veinticinco grabados debidos al mencionado maestro alemán. La mayoría de las láminas presentaba diversos problemas de conservación y pérdidas en las esquinas, por lo que el volumen ha sido objeto de una restauración llevada a cabo por Blanca Galán, bajo la supervisión de Yolanda Abad, en el Taller de Restauración de la Biblioteca Rector Antonio Machado y Núñez.
Volumen de grabados antes y después de su restauración |
La numeración en el margen inferior demuestra que la colocación de los grabados en el volumen no sigue ningún orden, y que faltan muchos de los que formaban la obra original, ya desde el mismo momento de su encuadernación. Como dato relevante, hay que señalar la presencia de ciertas grafías en la cara posterior de estos grabados (dibujos o juegos geométricos) y anotaciones de diversa índole. Entre ellas, destaca la repetición de un mismo nombre, Joaquín Serrano, así como la indicación, en el folio 55r, de algunas jornadas de trabajo en mayo de 1846, donde se indica, por ejemplo, día 22 fui a la cantería o día 23 fue tío pepe a la cantería, junto a unas cabezas superpuestas que, aunque perdidas por una laguna, podrían tratarse de un canon de medidas.
Toda esta información induce a creer que el ejemplar de esta colección de grabados perteneció a un artista de la primera mitad del siglo XIX, quizás un desconocido Joaquín Serrano, aunque no se debe a él su encuadernación, ya que esta parece anterior. Esta suposición permite prolongar la influencia que tuvo Dietterlin, que hasta ahora sólo se ha podido acreditar para el siglo XVIII, hasta el siglo XIX. Este ejemplar, por tanto, podría abrir nuevas vías de investigación y permitir rastrear pervivencias manieristas e incluso góticas en los estilos artísticos de comienzos de la edad contemporánea.
[1] LLEÓ, Vicente: Nueva Roma. Mitología y humanismo en el Renacimiento sevillano. Sevilla, 2001, p. 28.
[2] MARTÍNEZ, Jusepe: Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura. Zaragoza, 2008, p. 121.
[3] FALCÓN MÁRQUEZ, Teodoro: “Influencia de los grabados fantásticos de Dietterlin en la arquitectura barroca sevillana”, Laboratorio de Arte, 21, 2008-2009, pp. 117-134; MOFFITT, John F.: “El Sagrario Metropolitano, Wendel Dietterlin, and the estípite: observations on Mannerism and Neoplateresque architectural style in 18th century mexican ecclesiastical facades”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, t. 50, 1984, pp. 325-348.
Autor de la entrada: Carlos Maura.