lunes, 20 de enero de 2020

Matronas en el el Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla.


 EL OFICIO DE MATRONAS EN ESPAÑA

La entrada de la mujer en la historia de la Universidad fue bastante tardía, y sólo bien entrado el siglo XX se equiparan, en número, los expedientes de alumnas con los de los alumnos. El proceso precursor de la profesionalización de la mujer se había iniciado, sin embargo, ya en 1857, con la llamada Ley Moyano (1857), que regulaba los estudios de practicante y matrona en las facultades de medicina. Gracias a esta ley, las mujeres podían acceder al título de matrona (convirtiéndose en las primeras mujeres universitarias españolas)  en las facultades de medicina en las 10 universidades donde existían facultades de medicina: Madrid, Barcelona, Granada, Santiago, Sevilla, Cádiz, Zaragoza, Salamanca, Valencia y Valladolid.

La Real Orden de 21 de noviembre de 1861 (Gaceta de Madrid n.º 332), que aprueba el Reglamento para la Enseñanza de Practicantes y Matronas, establece como requisitos previos para el acceso a la instrucción, entre otros, ser casada o viuda y tener la autorización del padre o el marido y una certificación del cura o el párroco que justificara que el o la aspirante era de buena vida y costumbres.

Los continuos escritos médicos manifestando el descontento y el demérito hacia las matronas dieron lugar a un real decreto, con fecha 7 de noviembre de 1866, que suprimía esta titulación y también la de practicante, si bien la revolución de 1868 restauró de nuevo ambas titulaciones: es en el sexenio revolucionario de 1868 a 1874 cuando se empiezan a romper los esquemas tradicionales de la concepción femenina; en las últimas décadas del siglo XIX siguió abriéndose paso la idea de instruir a las mujeres para su acceso a un trabajo más cualificado que el que venían realizando hasta ahora, pero hasta los años ochenta de aquel siglo, excepto las más afortunadas, que tenían acceso a los estudios de matrona, las mujeres siguieron teniendo vedadas otras profesiones en el campo de la salud.  


En el Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla se custodian numerosos expedientes de estudiantes de matronas, siempre unidos a los de practicantes. El conjunto de documentos, encuadernados  en un legajo con la signatura AHUS Libro 645,  muestra las diferencias que había para la entrada en la Universidad para las mencionadas ramas profesionales (practicantes y matronas). En el primer folio del Libro 645, con fecha de 1881, se enumeran los requisitos para el acceso a las carreras de Practicantes y Matronas. Para los practicantes se exige “haber sido aprobado, ante una Escuela Normal de Maestros, de las materias que comprende la primera enseñanza elemental completa”, mientras que las matronas, presentarán certificado de buena conducta moral, justificando que son casadas o viudas: las casadas necesitarán autorización de sus maridos para seguir los estudios.

Los primeros documentos del AHUS que acreditan la obtención de títulos de matronas datan del 12 de marzo de 1881, si bien hay que aclarar que la primera mujer que consiguió el título de matrona en Sevilla fue Encarnación García, obteniéndolo el 6 de marzo de 1866. Su expediente se conserva en el Archivo de la Facultad de Medicina de Sevilla.

Fuentes:
Bernal Borrego, E. La implantación de la enseñanza de matronas en la Universidad de Sevilla (1861). 2016. https://revistaseug.ugr.es/index.php/arenal/article/view/3933/5121.

Flecha García, C. Mujeres y Educación. Saberes, Prácticas y Discursos en la Historia. 2005 file:///C:/Users/BGU/Downloads/Acceso-a-la-educaci%C3%B3n-universitaria-de-las-primeras-practicantas-1900-1931-El.pdf


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